jueves, 21 de enero de 2016

A MIS COWFACERS

Amanecí con esa sensación de extrañeza, de desorientación...-¿Dónde estoy?- Mi mente se pone en movimiento después de una de esas noches en las que tu cuerpo y tu mente rozan la muerte y despiertas con la sensación de haber resucitado de un sueño casi eterno.

Miro a mi alrededor y entonces me doy cuenta, veo a uno de ellos en la cama de al lado y recuerdo, es uno de esos viajes que sé que quedarán en mi memoria mientras la enfermedad o la muerte no lo impidan. Son mis compañeros de viaje, un viaje que hemos decidido hacer sobre las dos ruedas, la familia que hará que la aventura del día a día sea mucho más sencilla de lo que sería sin ellos.

Afortunados somos aquellos que hemos conducido con el sol a las espaldas apunto ya de esconderse, rodeados por tus hermanos y precedidos por nuestras sombras mientras sientes el inmenso orgullo de llevar en tu espalda el mismo símbolo que ellos. Es la sensación de creer firmemente que el día que las dos ruedas ya no nos puedan llevar al horizonte como ahora lo hacen, nuestras almas se encontrarán para recordar lo que vimos y aquello que nos falta por ver, porque todos los años de la eternidad son pocos para disfrutarlos a vuestro lado.

En el atardecer su rugir se intuye
son los ocho que se dirigen sin quererlo
como un condenado que huye
hacia un horizonte que parece eterno

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