Pues que digo yo que no todo va a ser siempre lamentarse y
pensar que la vida es una mierda porque no tienes una casa en Marbella. Qué
cojones, ¿Para qué quieres una casa en Marbella si te van a tachar de corrupto,
de mafioso o de títere de un sistema esclavista? O quizá es que quieres
convertirte en esa especie de ser humano a la que le gusta que le cobren 25
euros por un gin-tonic, así sin más, porque te ofrecen un sitio donde sentarte
y estar ro
deado por gente a la que le gusta sentirse igual que tú, sí, puede
que sea eso lo que cueste los 25 euros, la sensación de ver que no eres el
único al que le gusta gastarse el dinero por que sí.
Ahora enserio, cuando os entren esas ansias masoquistas
pensad en vuestro pasado. Habéis tenido que experimentar esa sensación de
felicidad más de una vez, una felicidad algo más duradera que aquella producida
por la necesidad de querer siempre más y más. Recordad de pequeños, escuchando
embelesados a vuestros abuelos o a vuestros padres contando historias de un
tiempo que a ti te parece tan lejano, pero que para ellos es casi tan cercano
como el día anterior. Las tardes en que terminar los deberes se convertía en la
hazaña necesaria para poder ir a jugar con tus amigos, amigos que con suerte
aún conservas. Amigos con los que probablemente probarías tus primeros tragos
sin que tus padres se enteraran, o por lo menos eso creías tú. Por aquellos
tiempos era cuando realmente te dabas cuenta de la ironía que entrañaba la
frase “¿Tú crees que nosotros somos tontos o que nos chupamos el dedo?”
Entonces tus padres pensarían, que quizá si vivierais en Marbella su hijo no
habría probado el alcohol aún, total, su paga es de 10 euros.
Es evidente que no se puede vivir sin un plato de comida en
la mesa, ni sin un techo bajo el que dormir...en fin es evidente que para vivir
se necesita una cierta estabilidad, pero a partir de ahí el dinero no creo que
implique un mayor nivel de felicidad. Una persona puede ser feliz en un almuerzo
con unos litros y unos bocadillos hablando con sus amigos y puede ser feliz en
el puerto de Marbella tomando un gin-tonic por 25 euros. Pero lo segundo no
implica un mayor grado de felicidad, aunque el que lo haga intente aparentar
que sí, para que no nos demos cuenta de que lo que en realidad le va es el
masoquismo.
La felicidad se consigue disfrutando de aquello que tenemos,
de las personas que nos rodean, escuchando música, luchando por aquello que
creemos justo y siendo consecuente con lo que pensamos. Qué cojones, y tomando
un buen cubalibre.
PD: Dejaos ya de Gin-Tonics y probad un buen ron con limón.